Azuero

La panameñidad de La Villa #Historia #Testimonios

Dice el sociólogo Milcíades Pinzón que en La Villa de Los Santos reposa la panameñidad. No la de los bancos ni del Canal; mucho menos la de los centros comerciales, sino la de los “patirrajaos”, la del campo, la de la construcción de todo aquello que está detrás de la palabra “el interior”.

La Villa de Los Santos es un pueblo lleno de historias. Cada callejón, cada rincón guarda algún trozo del recorrido republicano de Panamá.

Sus ciudadanos lo saben bien y lo recuerdan con orgullo. Ya sea el propio Pinzón, un académico experto en el comportamiento y la idiosincrasia de La Villa; o sea Carmen Saucedo, repostera tradicional; Adolfo Norato, campesino; Eustaquio Jiménez, escritor; Francisco Eloy Vega, historiador; Edilberto Villalaz, cocinero; o Manuel Moreno Arosemena, curador de museo.

Todos expresan con orgullo sus vivencias de niños por las calles del pueblo y las lecciones aprendidas a través de la gesta patriótica de La Villa de Los Santos para la independencia de Panamá de España en 1821.

“Historias de mi pueblo”, en su primera edición, es una iniciativa para retratar los testimonios de los villanos sobre lo que significa noviembre para ellos. Lo que significa ser panameños.

Testimonios que van del aspecto más académico, como el forjado de la identidad nacional en La Villa, hasta las anécdotas más folclóricas, como la receta de claritas que hizo famosa a Saucedo en todo el pueblo y más allá.

El 10 de noviembre de 1821, La Villa se convirtió en la semilla de la liberación panameña de España. Allí rugió el sentimiento de una nación que aún no se reconocía a sí misma, pero que comenzaba a transitar por las rutas independentistas.

Cuentan los libros de historia que la villana Rufina Alfaro fue quien tomó como suya la gesta. Que ayudó a Segundo de Villarreal y que fue la primera que gritó libertad por las calles de La Villa. El pueblo, cuyo nombre proviene de su fecha de fundación (1 de noviembre de 1569, día de todos los santos), se originó a orillas del río Cubitá (hoy el río La Villa) y estuvo conformado por pobladores de Natá de los Caballeros que prefirieron probar suerte en otras tierras.

Y siglos después, aquel lugar con diagramación de calles perfectas, con una iglesia con diseños persas y gigantesca, con su plaza de toros, con sus inmensas casas, se convirtió en la cuna de la liberación nacional.

“La conciencia de la nación está aquí presente. El hito más significativo es el 10 de noviembre, pero hay muchas más cosas”, dice Pinzón, originario de Bella Vista, en Los Santos, pero quien se mudó a La Villa luego de enamorarse de una villana.

“Las callejuelas y las casas están llenas de historia. Al caminar por el pueblo muchas cosas le hablan a uno: el Panamá profundo. Caminar por las calles de la vida es sentir a flor de piel la panameñidad, lo que nosotros somos como nación”, añade Pinzón.

Para ver el primer extracto de su entrevista, acceda a www.prensa.com/historias-de-mi-pueblo

Fuente: Prensa.com / Luis Burón-Barahona

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