Azuero

La ciudad de Chitré está de plácemes: Ramón Ernesto García

A mediados del siglo XIX, Chitré no era más que una encrucijada de caminos, en donde convergían los comprovincianos de tierra adentro. Nos acogemos a la teoría del estudioso Dámaso Ulloa, quien tras investigaciones, demostró que, procedentes de Las Minas, Parita, Pesé, etc., venía la gente en busca de una salida al mar por la desembocadura de los ríos La Villa y Parita, que abrazan en su contorno amplias zonas playeras, protegidas por el natural muro verde de sus ricos manglares de El Agallito y El Retén. La costa atrae, la montaña expulsa.

Que se conozca, es uno de los distritos más chicos del mundo en tierra firme; su extensión territorial de apenas 91 kilómetros cuadrados; está conformado por los corregimientos de La Arena, Monagrillo, Chitré, Llano Bonito y San Juan Bautista que juntos, en una población de 68 mil habitantes, conmemoran su fecha de fundación.

La estadística señala a este conglomerado como el tercero más densamente poblado de la república, sobrepasando la cifra de 750 habitantes por km2. Es uno de los pocos distritos que no tiene población rural y dentro del área, resulta el más joven comparativamente a las comunidades que le rodean; se perfila como ejemplo de lo que es capaz el hombre cuando, a base de esfuerzos y superación, alcanza la meta impuesta. Son 168 años de vida distrital.

Algunos historiadores sostienen que el villorrio se inició con la llegada de los hacendados (dueños de potreros) provenientes de La Villa de Los Santos, como pariteños que se iban radicando en forma diseminada por las fértiles llanuras próximas al mar. Lo cierto –y esto es probatorio– es que las familias raizales chitreanas son de apellidos como: González, Ríos, Tello, Corro, Rodríguez, Pérez y otros. La historia real de nuestro origen poblacional por allí debe comenzar; a la par que decimos esto, resalta la carencia de un escrito que aborde, de manera sistemática la historia de Chitré, por considerarla relativamente reciente. En 1844 sucedió un acontecimiento de trascendental importancia, con la llegada del presbítero Esteban Guiriour, quien funda la parroquia San Juan Bautista. Cuatro años después, luego de su efectivo pastoreo religioso en 1848; es allí donde surgen los caseríos de Monagrillo, La Arena y Chitré se constituyen en “distrito parroquial”, facilitado por la ordenanza del 19 de octubre, expedida desde la provincia de Panamá, que textualmente dice: “Se exigen distritos parroquiales a Chitré, Monagrillo y La Arena, que se separan del distrito de Los Santos”.

Hay que destacar el espíritu hospitalario, confraterno y de paz, caracterizado en el chitreano; cualidades que le adornan y sirve como la mejor herramienta en su desarrollo sostenido.

Por la vía marítima, entrada al puerto El Agallito, arribaron de los veleros, de aquel entonces, los nuevos apellidos que se integrarían a la gran familia progresista, unidos en hogar y en el más noble propósito de superación. Sangre nueva que se ha de confundir en tiempo de alegría y tristeza. Llegaron por el único terminal –puerto El Agallito– Los Caride, Spadafora, Salerno, Ducreux, Camarano, Genzier, Aued, Abate, Weeden, Barés, Sosa, Burgos, Vasquet, etc., etc.

“Chitré progresa”, lema instituido por ese pro hombre Carmelo Spadafora, será el norte de esta altiva comunidad, en la que la industria, el comercio y la pequeña empresa, le han valido la constante superación dentro de un modelo capitalista que tiene, como paradigma histórico, los intereses foráneos, ubicados en la ciudad de Panamá. Es la mejor ciudad para vivir, según indicó el Centro Conmemorativo Gorgas. La presencia de importantes empresas capitalinas, incorporadas al sector comercio de Chitré, nos lo dicen todo: Nuevos almacenes de prestigio, desarrollo en el mercado automotriz, empresas de servicio a la construcción, y la construcción de hoteles bien calificados. Hoy por hoy, responden con eficacia al exigente renglón turístico a la región de Azuero. –Cerca de todo– festivales, mucho folclor, playas, desfiles cívicos, eventos típicos, exposiciones culturales y a la par, como respuesta, la nobleza de su gente.

El ingenio de los protagonistas del desfile típico, considerado el de mayor jerarquía de la república, responde, como todos los años, a las exigencias de los visitantes. “En Chitré nadie es forastero”.

Fuente: prensa.com

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